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Dr. Felipe Del Castillo

Todos tenemos ideas sobre el significado de la “autoridad”. Hay una verdad que debemos aceptar: TODOS BATALLAMOS EN SOMETERNOS A LA AUTORIDAD.

Éste es un problema que debemos tratar. ¿Por qué? Hay 2 principios básicos que aprenderemos el día de hoy:

  1. Aprender a vivir bajo autoridad es aún más importante que encontrar tu propósito. Si aprendo a vivir bajo autoridad, es imposible que no cumpla el propósito de Dios. Podemos hacer muchas cosas para Dios, pero no sirven de nada si no somos obedientes. La obediencia es la máxima expresión de rendición hacia Dios.
    1. En Romanos 13.1-2 aprendemos que toda autoridad, sin importar el ámbito, proviene de Dios. Todas las autoridades delegadas representan a Dios de cierta manera, y aunque existen muchas autoridades que no lo representan correctamente, Dios nos instruye a obedecer a las autoridades, no a juzgar sus conductas y decisiones.
    2. Una persona rebelde muestra que no se ha encontrado verdaderamente con Cristo.
  2. El practicar la desobediencia, tarde o temprano nos llevará a la REBELDÍA. Para que la rebeldía se anide en el corazón, no son necesarias a veces acciones, la rebeldía puede estar escondida en nuestras actitudes, intenciones y pensamientos. La rebeldía puede apartarme por completo de mi propósito en Dios. Si tomamos como ejemplo a Jesús, podemos darnos cuenta de que incluso él tuvo que someterse a la voluntad del Padre, con la ayuda del Espíritu Santo. No tenemos excusa para ser rebeldes.

¿Cómo puedo evitar con la rebeldía?

  • Cuidando con quién me junto. A lo largo de las historia bíblicas, principalmente en el Antiguo Testamento, podemos darnos cuenta que la rebeldía es contagiosa. Si me doy cuenta de que la persona con la que hablo tiene una actitud de rebeldía, debo ser cuidadoso, pues la rebeldía puede entrar sigilosamente.
  • Cuando note que me cuesta trabajo obedecer, debo pedirle a Dios un nuevo corazón. En Ezequiel 36.26-28, Dios muestra su deseo de poner en nosotros un corazón nuevo, quitando el corazón de piedra, y poniendo su Espíritu en nosotros. La rebeldía nos vuelve duros, pero Dios quiere y puede cambiar ese corazón para que aprendamos a obedecerle.

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